29 de mayo de 2022
La cubana Marta Deus logró construir una carrera profesional en España en el sector de Telecomunicaciones trabajando para Orange, France Telecom y Masmovil. Pero lo dejó todo para regresar a su país como empresaria. Hoy es accionista de Mandao SRL, una empresa cubana que realiza el delivery de alimentación, con ciclistas y motos, transportando también menús de restaurantes, cerca del modelo de la española Glovo. La empresa realiza repartos en una decena de ciudades de la isla y afirma contar con 60 empleados y 89.000 usuarios. Marta Deus explica que el capital de su sociedad viene de los ahorros de los seis socios iniciales, aunque eso ha bastado para lanzar la empresa, cuyo producto estrella es el sushi, con los helados y el dulce detrás. Marta opina que el capital inicial nunca les hubiera permitido comenzar su actividad en presencia de las grandes multinacionales del sector como Amazon, Glovo o Uber. Ahora, uno de sus problemas es qué hacer con los billetes: "La mayor parte de las transacciones se pagan en efectivo, aunque en Cuba la cultura del pago por tarjeta está creciendo cada vez más". Lo más importante es que Mandao es una empresa privada cubana, propiedad de sus accionistas cubanos.
En agosto de 2021, hace nueve meses, Cuba aprobó el Decreto Ley 46, que autoriza la creación de empresas privadas a los cubanos, llamadas mipymes. En apenas diez meses, los empresarios cubanos han creado en la isla 3.375 nuevas sociedades de responsabilidad limitada, muchas de ellas en sectores de nuevas tecnologías. Por ofrecer una referencia, los datos del INE señalan que entre agosto y marzo de 2022, en Galicia se constituyeron 2.504 sociedades mercantiles, y 2.017 en el País Vasco. Un observador señala que los números de Cuba no son tan sorprendentes si se piensa que reflejan la demanda reprimida durante más medio siglo.
En realidad, el número de empresas de Cuba "se actualiza cada jueves", según afirma un portavoz del Ministerio de Economía y Planificación. Lo que significa que cada semana hay que planificar de nuevo en una situación que supone un reto para el país, la última economía centralizada de América, y casi del mundo, pero a la vez una vibrante escena de 'startups', al menos por el número de entidades creadas. Un observador señala que ganas de emprender no faltan en Cuba, donde el salario medio en la Administración Pública, según la Oficina Nacional de Estadísticas, fue en 2020 de 1.336 pesos mensuales, lo que equivale a 55 dólares. "En Cuba nadie quiere ser funcionario, por lo menos funcionario del montón". Otro factor que empuja la creación de empresas es, por ejemplo, que las principales plataformas de 'freelancers', como Upwork, no permite conectarse desde Cuba, alegando sanciones contra el país. Esto impide a los profesionales cubanos convertirse en nómadas digitales y les deja solo la opción de emprender allí o la emigración. Sobre todo, la creación de empresas se apoya en la tímida apertura al capital privado que Cuba realizó hace dos décadas, autorizando cooperativas agrícolas, así como el autoempleo de forma muy limitada, en pequeños negocios como restaurantes o transporte. De hecho, buena parte de las nuevas empresas pertenecen a antiguos autoempleados, que han aprovechado para estructurar una actividad ya existente.
Es el caso de la empresa informática, Ingenius SRL, que desarrolla software, con aplicaciones propias como E-firma para la firma digital certificada. También comenzaron, hace diez años, como 'cuentapropistas', un término que englobaba a los autoempleados al margen del sistema estatal, pero "las personas físicas no pueden acceder a servicios de nivel profesional, como conectividad o servidores que si están a nuestro alcance como persona jurídica". Según afirma Bernardo Romero, director y accionista de la entidad, "con mucho trabajo e ilusión hemos crecido con las oportunidades que se han generado. Siempre estamos listos para la próxima oportunidad". Bernardo afirma que la empresa tiene 30 colaboradores a tiempo completo y que el 90% de sus ventas están fuera Cuba. "Ahora mismo nuestro mayor mercado es España", a donde exportan software y servicios de desarrollo.
Otro caso es el de Abel Bajuelos, que acaba de crear la empresa Addimensional SRL, en La Habana, especializada en impresión en 3D. Su negocio es la fabricación a medida de repuestos, desde piezas para maquinaria hasta consumibles médicos. Abel también comenzó como cuentapropista y creó su empresa el año pasado afrontando con creatividad las carencias de materia prima y equipos. El empresario explica que "Cuba tiene una muy entrenada capacidad de resolver problemas con pocos recursos".
Una expresión de esa capacidad es la solidaridad entre los empresarios, con puntos de encuentro informales en redes como Twitter, con hashtags como "#ApoyaAlEmprendedorCubano" y decenas de grupos de apoyo y asesoría por Telegram, donde se ayudan a navegar la nueva normativa. De hecho, muchos de ellos tienen otros trabajos aparte de su empresa, como Víctor Proenza, que creó su empresa Bagu, en la provincia de Holguín, que produce y vende condimentos alimentarios como Ají o Cilantro. "Ahora estamos enfocados en el comercio B2C." explica Proenza, que por las tardes es profesor en la Universidad de Holguín.
Mientras Proenza vende condimentos deshidratados por internet, la distribución corre a cargo de "la Empresa de Correos de Cuba, que cuenta con un servicio de correo postal a todos los lugares del país. El único problema han sido los tiempos de entrega, que oscilan entre 7 y 30 días como promedio". Proenza opina que para el país es una gran desventaja que no operen las grandes multinacionales como Amazon. "Grandes oportunidades se abrirían al sector privado en Cuba si pudieran operar grandes multinacionales: crecerían los servicios, nuevos proyectos surgirían, aumentaría la ocupación". Entretanto, los tres socios de su empresa han aportado su ahorro junto con ayuda de familiares y amigos. Víctor Proenza señala que sería un enorme avance si fueran posibles las rondas de inversión o la cotización en bolsa. Pero para ello antes hay que poner al día el marco legal. "La única regulación que establece la participación en acciones por capital de inversión es el Código de Comercio de 1885 (art.239-244). Cuba era colonia de España cuando se puso en vigor y es el que tenemos hasta nuestros días".
Es cierto que muchas de las nuevas empresas se han creado gracias a que el Decreto 46 no establece un capital social mínimo para estas entidades. No obstante, las hay muy profesionalizadas, por ejemplo en el terreno del desarrollo de software y los servicios web. Por un lado Guajiritos, que afirma ser la primera empresa privada inscrita en la Cámara de Comercio de Cuba, en noviembre pasado, que ha desarrollado un Sistema GDS que informatiza la gestión y reservas turísticas (hoteles, rent-a-car, vuelos, etc.) de las empresas turísticas de Cuba. Cuenta con 48 empleados.
Otro ejemplo es empresa de cierta envergadura es Dofleini Software, responsable, entre otros de la plataforma que utiliza el Ministerio de Economía para gestionar la creación de nuevas mipymes.
La fiebre por los negocios digitales tiene sus ramificaciones en el mundo del Fintech, dónde casi todas las entidades financieras cubanas están lanzando aplicaciones y pasarelas para dar servicios de pago a nuevas entidades como Transfermovil, Enzona, Banca Remota o Banca Virtual Bandec. Pero los cubanos de a pie parecen también interesados por las criptomonedas, que permiten transferencias instantáneas de remesas desde Europa o Estados Unidos. A ellos se dirige el Banco Central de Cuba, que aprobó en Abril la Resolución 89 para otorgar licencias a los proveedores locales de servicios sobre "activos virtuales".
Todo ello está ocurriendo en un país donde la propiedad privada sigue teniendo limitaciones constitucionales y el acceso al capital es muy difícil. El español Juan Antonio Montes, con décadas de experiencia empresarial en Cuba como representante en la isla de Argentaria y Hoteles Barceló, afirma que "el número de nuevas empresas en Cuba es realmente impresionante y refleja el enorme patrimonio del país en talento emprendedor", pero advierte de que "este talento emergente deberá recibir el apoyo de un ecosistema de inversión de seguimiento, para asegurar que pueden desplegar la totalidad de su potencial en beneficio del pueblo de Cuba".
Parece verosímil que Cuba cierre el primer año de mipymes con más de 4.000. Al menos existe una larga lista de interesados como Abraham Navea, que gestiona una red de empleo que apunta a ser el infojobs local bajo el nombre de La Pincha. Abraham afirma que tiene 4.000 usuarios entre los que buscan y los que ofrecen empleo y que tiene "pensado aplicar para ser una mipyme en un futuro cercano". Entretanto, aprovecha la "ventaja de que no estén gigantes de la digitalización, ya que somos los primeros en crear un servicio dentro del país y esto ayuda a crecer más rápido ya que no hay mucha competencia".
El punto de vista contrario aparece en la propia historia de Cuba, que quizá afronte la situación como un éxito no deseado. No es la primera vez que Cuba decide experimentar con formas de propiedad no centralizada y luego se arrepiente. En los años 90 autorizó la promoción inmobiliaria privada para extranjeros, pero terminó dando marcha atrás dejando en el aire numerosos proyectos.
Es algo que ya han sufrido algunos emprendedores, como Yosué Montes de Oca, que emprendió un negocio alquilando drones voladores a ganaderos para localizar vacas perdidas. Su empresa se llama Ala soluciones y está basada en San José de las Lajas, a 50 kilómetros de La Habana. Junto a sus socios, en un sótano, Yosué fabrica sus propios drones, que funcionan a pesar de carecer de los componentes electrónicos que el Embargo de Estados Unidos impide que lleguen a Cuba. Sin embargo, el Gobierno decretó que los drones voladores serían en lo sucesivo un monopolio de una empresa estatal. La respuesta de Yosué fue diseñar un dron acuático, capaz de navegar por aguas interiores con el que ofrece el servicio de medición de profundidad y cartografía del lecho, de gran utilidad para medir el nivel de sedimentos en pequeños pantanos y balsas de riego.
Resolver, lo llaman en Cuba, donde también dicen que la fatalidad no es tener un accidente, sino quedarse mirando.
Fuente: elconfidencial.com
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